Los MOOC han muerto, larga vida a los microcursos

Los microcursos como alternativa a los MOOC

Sebastian Thrun defendió este tipo de sistemas educativos, pero no resultaron tan eficaces como prometían. Ahora diseña formaciones para las habilidades que demandan las empresas tecnológicas.

Thrun, que es profesor de la Universidad de Stanford (EEUU), ayudó a dar importancia a los MOOC (massive online open courses) cuando publicó en internet su asignatura de introducción a la inteligencia artificial en 2011, lo que accidentalmente atrajo a 160.000 alumnos.

Asombrado por la respuesta, pidió una excedencia de la universidad y también de otro trabajo de coches autónomos en el que participaba y otras investigaciones de Google para fundar Udacity, una empresa que ofrece MOOC en computación, matemáticas y física.

Consiguió más de 150 millones de euros en inversiones de capital de riesgo y se alió con la Universidad Estatal de San José (EEUU) para ofrecer asignaturas canjeables por créditos universitarios oficiales. Pero dos años después del lanzamiento de Udacity, Thrun empezó a cuestionar si los MOOC realmente dejaban una huella importante en el mundo actual.

Las tasas de finalización de cursos en Udacity solo era del 2%, y la gente que terminaba solían ser alumnos muy motivados que ya disponían de una buena educación por la vía tradicional. Y mucha gente se apuntaba a los MOOC para mejorar sus perspectivas laborales, pero los proveedores parecían centrarse más en imitar a las universidades que en cumplir con esa necesidad.

Thrun, que actualmente preside Udacity, no tardó mucho en cambiar de rumbo y empezar a venderse como un portal especializado para formarse en habilidades requeridas por los nuevos trabajos de la industria tecnológica.

El responsable afirma: “Estamos encantados de habernos ido de los MOOC. Ahora somos capaces superar a las universidades con currículos que ellas nunca tendrían, lo que mejora las perspectivas de los estudiantes de encontrar un empleo”.

Udacity trabaja con socios corporativos para crear asignaturas dirigidas a producir candidatos laborales con las habilidades que necesitan las empresas, y que escasean, como el aprendizaje de máquinas y el desarrollo de apps móviles.

Thrun afirma que este modelo le permite llenar una importante, y lucrativa, brecha educativa que los MOOC universitarios no llenan. Sostiene que la tecnología ha generado nuevos empleos y cambiado otros existentes a un ritmo mayor al que avanzan las universidades, y que mucha gente no se puede permitir el tiempo y gasto que conlleva la educación convencional de todos modos.

Udacity ofrece 12 nanotítulos actualmente, desde desarrollador web front-end (creado con ayuda de empresas como AT&T y Google) hasta ingeniero de conducción autónoma (diseñado con la ayuda de socios que incluyen a Mercedes-Benz y la división de camiones de Uber, Otto). Unas 3.000 personas se han graduado en estos nanotítulos durante los últimos dos años, y otras 13.000 más están matriculadas actualmente. Alrededor de 900 personas han obtenido empleos relacionados con el programa que estudiaron. Haddigan cree que la creciente necesidad de habilidades tecnológicas ha hecho que las empresas estén más abiertas a formaciones alternativas como la suya.

El nuevo modelo de Udacity encaja con las motivaciones de los alumnos y las empresas tecnológicas, lo que sugiere que podría arraigarse incluso fuera de la tecnología, según el profesor de educación de la Universidad Estatal de Pensilvania (EEUU), David Passmore.

La manera en la que Udacity colabora con empresas para generar cursos les proporciona una manera relativamente fácil y directa de dar forma a las competencias del mercado laboral, según Passmore, quien se imagina que el modelo se puede adaptar fácilmente a otras industrias como la fabricación.

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